5. Un escenario de riesgo hacia el futuro: la previsible degradación de Lanzarote en caso de mantener un fuerte crecimiento turístico

 

¿Cómo sería la evolución del sistema insular en un período generacional de unos veinte años, en el caso de que se mantuviera un fuerte crecimiento de la afluencia turística?

El grupo de expertos que ha elaborado la E.L+B., ha evaluado los principales retos que tendría que afrontar la sociedad isleña si se mantuvieran los crecimientos significativos de los visitantes presentes diariamente en la Isla, con la correspondiente expansión de la población flotante y no se modificaran significativamente las pautas de desarrollo que han caracterizado los últimos años.

Las hipótesis de este escenario de riesgo se basan en la serie de prospectivas realizadas por la OMT, concretadas por especialistas para el caso de Lanzarote. Dichas previsiones consideran plausibles crecimientos medios de la afluencia turística del 4.5% a lo largo de dos décadas, muy por debajo de los índices 1986-96, lo que supondría alcanzar la cifra de unos 3.900.000 turistas anuales al final del período analizado.

Lógicamente, tal escala, ritmo y pautas de desarrollo inducirían a medio y largo plazo toda una serie de impactos sociales, ecológicos y económicos muy conflictivos para el sistema insular, tal y como se refleja en el gráfico adjunto. Todo indica que la capacidad de carga de la Isla quedaría desbordada, y que los costes del proceso serían mucho más importantes que unas hipotéticas ventajas, prácticamente inexistentes.

 

Estimación de la evolución de la población en el escenario de riesgo 1997-2017

 

El desbordamiento poblacional y urbanístico

Un ritmo de crecimiento de la afluencia turística como el descrito, aun siendo de menor intensidad que el de la pasada década, incidiría de forma muy importante en los equilibrios poblacionales y urbanísticos básicos de la Isla, afectando directamente al deterioro de la calidad de vida de su población y a la pérdida de atractivo turístico para los visitantes exteriores.

Aceptando la hipótesis de una paulatina reducción de la estancia media turística, los visitantes que diariamente se alojarían en la Isla aumentarían en unas 30.000 personas; la población residente alcanzaría más de 115.000 habitantes, incluidos más de 20.000 nuevos inmigrantes; y la población flotante, la que soportaría la Isla de forma permanente, superaría las 190.000 personas. Estas cifras reflejan por sí mismas el alcance de las transformaciones de todo tipo que acontecerían sobre un territorio limitado y vulnerable como Lanzarote.

Las consecuencias de un nuevo crecimiento de población como el descrito afectaría directamente al sistema urbanístico. El conjunto de los núcleos de población se vería afectado, lógicamente en mayor medida los centros turísticos, pero de forma muy especial se reforzaría la progresiva congestión y deterioro de Arrecife y su conurbación (Pto. del Carmen-Tías-S. Bartolomé-Tahiche-Costa Teguise), que pasaría a congregar cerca de 100.000 personas, con una densidad que superaría en un 50% a la actual.

 

El Sistema Insular de Lanzarote:
El escenario de riesgo en un periodo generacional (1997/2017)
Evaluación de tendencias en relación a la situación actual


 

Arrecife, casi con seguridad y debido a la imposibilidad de dominar sus ritmos de crecimiento, habría perdido tal vez su última oportunidad para recuperar sus atractivos históricos, rehabilitar su ensanche y transformar positivamente la calidad urbana de unos barrios periféricos en constante crecimiento.

Los indicadores básicos del sistema insular reflejarían todas estas tendencias negativas: el ritmo de crecimiento de la población flotante se situaría en 3.500 nuevas personas/ año (1.600 turistas); la densidad poblacional aumentaría hasta los 226 hab/km2, un 55% superior a la actual; el suelo ocupado por los núcleos de población se ampliaría, llegando al 9% de la superficie insular, frente al 5% actual; y el equilibrio poblacional empeoraría, aún más, pasando de 0.56 a 0.65 turistas presentes diariamente en la Isla por cada residente.

Los riesgos de que aumente el conflicto social

Los análisis sobre la evolución de la Isla en el escenario de riesgo, advierten sobre el previsible incremento del conflicto cultural y social de la sociedad. El desbordamiento producido por un ritmo de crecimiento desproporcionado en relación a la capacidad de asimilación, podría tener profundas consecuencias a lo largo de los próximos veinte años.

Los conflictos y contradicciones no superadas por esa falta de tiempo y condiciones para integrar positivamente la tradición y la modernidad se dejarían sentir. El conflicto hoy no resuelto entre las viejas identidades y los nuevos patrones de vida, entre lo insular y lo que llega de fuera, se agudizarían, favoreciendo la introspección de los distintos grupos sociales. Como también se crisparía la competencia por la ocupación de los espacios culturales, económicos, sociales y territoriales.

Tanto en el improbable caso de un crecimiento sin crisis, como si surgen las fases recesivas, el conflicto social, las fracturas de convivencia, la congestión de los servicios y los déficits de equipamientos parecen más que probables. Todo ello en un contexto de creciente demanda de calidad de vida al que nadie parece estar dispuesto a renunciar.

Si no se apuesta por un turismo de calidad, algo incompatible con la escala y ritmo de crecimiento previstos, crecerá la oferta de empleo, pero no mejoraría sustancialmente su cualificación, ante la previsible extensión de las prácticas de precariedad laboral ya descritas, aumentando con ello las dificultades de integración y la frustración de unas jóvenes generaciones mejor formadas y que no parecen dispuestas a trabajar en cualquier cosa y a cualquier precio.

En un escenario como el descrito, unos pocos tenderían a enriquecerse rápidamente. Otro sector minoritario pero significativo empeoraría —se tendería a duplicar el número de excluidos, toxicómanos…, aumentaría el grupo de los marginados sociales, como también lo haría la inseguridad ciudadana. Y un tercer grupo, la mayoría de la población, podría preservar unos niveles materiales de vida similares a los actuales, pero en un contexto con significados niveles de deterioro social y en un entorno ambiental marcado por crecientes índices de congestión y deterioro. En definitiva, se percibe el riesgo de un futuro con una pérdida de calidad de vida generalizada, que previsiblemente se agudizaría en el caso de Arrecife.

Los límites de un crecimiento económico basado en la rápida expansión del alojamiento turístico

En un escenario a veinte años marcado por el mantenimiento de un fuerte aumento de la afluencia de visitantes y en la expansión del alojamiento turístico, el crecimiento económico podría llegar a aumentar más de un 50% sobre las cifras de 1996; pero dicho crecimiento quedaría compensado por el aumento de población, con lo que la renta media disponible por persona apenas superaría sus niveles actuales.

El propio sector turístico crecería, pero estructuralmente se habría debilitado. La escala y ritmos expansivos previstos resultan incompatibles con la preservación de los atractivos de la Isla; con la propia mejora de calidad, rentabilidad y nivel de ocupación de un sector dominado por el monocultivo de la oferta de plazas turísticas; y por la práctica imposibilidad de mantener una sólida posición negociadora frente a los touroperadores internacionales. Y todo ello incrementaría el número de turistas, pero de peor calidad y generadores de un menor gasto en la Isla.

Además, el sistema económico insular habría profundizado en sus desequilibrios actuales: debilitamiento de las posibilidades de diversificación económica, mayor caída de las actividades agrícolas y pesqueras, desincentivación de todo lo relacionado con la innovación, la gestión sostenible, la creación de nuevas áreas de oportunidad…

 

 

El desbordamiento del ecosistema insular y de los sectores ambientales claves

No es exagerado decir que Lanzarote se encuentra en una encrucijada histórica en la que la evolución de sus ecosistemas y paisajes dependerá, en gran medida, de las decisiones que se adopten ahora sobre la futura evolución de la Isla.

Si se llegara a producir un crecimiento turístico y poblacional como el contemplado en el escenario de riesgo y se mantuviera el constante aumento de la movilidad por el frágil espacio insular por parte de turistas y residentes, la acumulación de impactos y cargas que se impondrían a la Isla conducirían a un cambio cualitativo de la situación actual, y a la ruptura de equilibrios ecológicos básicos que podrían resultar irreversibles.

La previsible evolución de los sectores del agua, la energía y residuos en las próximas dos décadas, también ofrece un panorama preocupante. Las necesidades de desalación de agua marina podrían crecer en un 77% (alcanzando el consumo de residentes y turistas los 178 y 346 litros/día netos respectivamente, y los18 Hectómetros anuales).

El nivel de consumo energético convencional en la Isla aumentaría en cerca de un 50% (hasta 83.000 TEP), con incrementos inducidos del 60% en las emisiones de CO2 (alcanzando 697.000 Ton/año 4,5 Ton/res+tur/año).

La generación de residuos (128.000 Ton) crecería un 130% sobre la situación actual, más que duplicando el tonelaje de residuos a ser llevados al vertedero.

El volumen del tráfico insular se multiplicaría por tres (hasta llegar a 1.700 mill. vehículos/km. anuales), algunos puntos de la red viaria alcanzarían los 200.000 vehículos diarios y el volumen de CO2 emitido por la movilidad interna y el acceso-salida de la Isla llegarían a los 350.000 Ton/año (1,83 Ton/res+tur anuales) y 2.800.000 Ton/año respectivamente.

El panorama que emerge de este escenario es extremadamente grave, pues ni siquiera con cuantiosas inversiones se conseguirían neutralizar los impactos ambientales producidos por una evolución insostenible de estos sectores. Ni la población isleña ni los visitantes asumirían procesos de este tipo que, en todo caso, tampoco serán permitidos por las normativas europeas y nacionales en los próximos años.

A modo de conclusión: la escala, ritmo y condiciones del crecimiento contemplados en el escenario de riesgo provocarían una fuerte degradación del sistema insular de Lanzarote

Efectivamente, los análisis realizados por el grupo de expertos vienen a confirmar la intuición social de que Lanzarote no tiene capacidad para asimilar desde la perspectiva humana y ecológica de la Isla una línea de crecimiento turístico y poblacional como la contemplada en el escenario de riesgo. Ni por su escala —cerca de 200.000 personas (75.000 turistas) conviviendo en la Isla al final del período— ni por su ritmo de crecimiento, tan acelerado con relación a la evolución demográfica natural de la población isleña; ni por los propios patrones de un desarrollo insostenible basado en la permanente expansión de la presión humana sobre un medio tan vulnerable como Lanzarote.