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| La materia viva que conocemos se basa
en la química del carbono, pero requiere agua y otros elementos químicos para su
desarrollo, así como una energía 'externa' para iniciar la cadena de productores y
consumidores propia de cada ecosistema. En el planeta, como en la Isla, por carencia de
uno u otro componente, la cantidad y diversidad de formas vivas dista mucho de ser regular
y homogénea en el espacio. Como síntesis de los ambientes naturales que la Isla ofrece, esta lámina plasma mediante colores la alternancia vertical de zonas hostiles y favorables para la vida que se pueden reconocer en la totalidad del edifico volcánico de Lanzarote. Los oasis, marino (color turquesa) y terrestre (verde) en los que coinciden agua, luz y nutrientes, se alternan con desiertos, oceánico (negro) por falta de luz en aguas profundas o de nutrientes en las superficiales; y terrestre por la falta de agua la mayor parte del año (colores pálidos y gris oscuro). No es que falte la vida en los desiertos citados, sino que su valor biológico reside en la diversidad relativa de especies muy bien adaptadas, y no en la biomasa total generada. Adaptaciones como la estrategia migratoria de los atunes, o halcones de Eleonor, que utilizan sus reservas para atravesar esas amplias zonas sin alimento. El oscuro océano se tiñe de vida cuando la corriente fría de Canarias choca con plataformas submarinas y levanta minerales del fondo hacia las aguas superficiales. Así se origina el banco pesquero canario-sahariano y una cierta estela de fertilidad a sotavento de nuestra isla. Algo que también sucede con nuestros vertidos orgánicos en dosis y zonas adecuadas. La vida se adapta al desierto terrestre con mecanismos de ahorro de agua y evitando la excesiva insolación mediante refugios, por ejemplo bajo el suelo, en cuevas y umbrías. Estrategias que adoptaron tradicionalmente los humanos, consiguiendo cultivar el desierto y vivir con razonable confort en sus casas. Hoy, la isla es un oasis vacacional para el turista europeo y un refugio con empleo para la inmigración, gracias a una tecnología y energía fósil que permite llenar de refugios confortables y agua dulce la franja más desértica de la isla. No sin costes ambientales o pérdida de valiosas costumbres. |
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